Los barbos del Aragón Subordán
En la anterior entrada os contaba lo que me sucedió con una trucha de kilo y medio que agarré casi de chiripa con un escarabajo de foam, y justo ahí comienza este relato.
Como la trucha había dado poca pelea a pesar de su tamaño los barbos estaban tranquilos y seguían nadando bajo el árbol de la poza sin percatarse de mi presencia. El pulso aún me temblaba de los minutos anteriores y como pude fuí avanzando hasta quedarme a unos 10 o 12 metros. Lancé con energía justo a centímetros del árbol, buscaba ese «pop» que tanto les atrae a los barbos y según cae la mosca sale una boca redonda y blanca y se traga mi escarabajo.